28 diciembre 2015

A un año de práctica, Ashtanga llegó para quedarse.


Hace unos días cumplí 1 año practicando Ashtanga!.... Recuerdo haber escrito mi experiencia a dos meses de haber conocido la práctica, y por esto quise registrar lo que ha transcurrido  tras un año, practicando 4 o 3 veces cada semana. 

Para los que vienen leyendo mi blog no les será sorpresivo que reconozca que soy súper nerd!. Me encanta estudiar, y cada vez que emprendo algo nuevo, me preocupo de ser rigurosa en investigarlo y realizarlo apasionadamente, pero así como fugazmente aparecen nuevas inquietudes e inspiraciones en mi vida, también se van.... lo raro es que con Ashtanga no paso así. Ante todo pronóstico, creo que la práctica llegó a mi vida para quedarse, y veo muy difícil la posibilidad de dejarla ir, lo cual es un milagro y me encanta!.

Soy una ferviente defensora del derecho y respeto a la SINGULARIDAD. Siempre discutiré las tendencias y discursos homogeneizantes, pienso que se trata más bien de encontrar un espacio para la expresión de nuestras diferencias, y reducir el empuje a generalizar y universalizar todo. Así es como me sedujo el Ashtanga, entrar a una sala donde cada uno en su mat, a sus tiempos, con sus diferentes cuerpos, mentes, respiración, formas, creencias, etc. realizan su práctica, acompañándose de otros que están cada uno en lo suyo. El encuentro con esto al principio fue raro, no había un profesor que nos hacía hacer a todos lo mismo al mismo tiempo, sino más bien cada uno, uno a uno. 

Esto ha significado una transformación y un cambio de paradigma súper importante para mi. Ya que desprenderme de la idea de que tengo que lograr hacer tal o cual cosa de una manera, copiar o imitar las asanas de una foto o de un profesor, no ha sido fácil. Justamente porque me confronta a investigar dentro mi misma cuál es mi manera, y responsabilizarme de encontrar mis propias respuestas. Comprenderán que aunque pareciera estar hablando de cómo poner los brazos, caderas o pies en una postura, al mismo tiempo esto hace de metáfora, e inevitablemente me lleva a pensarlo en todo lo que me comprende a mi misma. 

Comenzar o terminar mi día en la Escuela, en mi querido Yoga Mandiram,  se ha vuelto una ceremonia hermosa. Siento cómo cada asana hace un masaje en los tejidos más profundos de mi cuerpo, y entrega a mi mente una pausa que cada vez se vuelve más necesaria y sagrada. 

Sin embargo este registro estaría incompleto si no menciono el lado B. Romper con las inercias físicas y psicológicas no ha sido fácil, finalmente todo movimiento y desarrollo pasa necesariamente por atravesar una incomodidad, mi relación con el miedo, o el dolor físico ha cambiado, he aprendido a darme el tiempo de observarlos, de esperarlos, y de usarlos. A veces frustra, pasar meses intentando sin que nada se mueva, hasta que un día derepente algo se desbloquea, se suelta, y das un pasito más, y ganas una nueva conquista y expandes una frontera más de tu conciencia. 3 meses me llevó poder pararme de cabeza, me daba demasiado miedo, en la mente y la intelectualidad me refugio, y ponerme al revés me removió todo, hasta que un día sucedió, y nunca más ha dejado de suceder!..... con los dropback llevo 5 meses, y quizás cuántos más quedan!

Cuando leo lo que escribo me doy cuenta de lo íntimo y profundo que es este proceso, el encuentro con uno mismo en el mat. Quizás es esta experiencia singular la que permite encontrar a otros desde una posibilidad de relación distinta. Y es que pese a ser una práctica individual, nunca en mi vida me había sentido tan "grupal". Mis vecinos de Mat se han vuelto compañeras y compañeros indispensables. He encontrado amistades profundas que han sido un regalo en mi vida y me han abierto al encuentro con un universo hermoso y distinto, por eso les estoy demasiado agradecida, ellos y mis profesores me han entregado la seguridad para investigar con tranquilidad y cuidado en mi misma. Empieza a sonar como una despedida y en parte si, pronto emprenderé nuevos rumbos, y frente a toda la incertidumbre que se me despierta al cambiar de país, saber que cuento con mi práctica, y que es mía, y la puedo llevar a donde quiera que vaya, me sostiene y tranquiliza, a ese refugio puedo ir siempre que yo quiera. Y sé que cada viernes a las 9:00 am. yo, mis amigos y mi hermana, estaremos juntos saludando al sol, sin importar por dónde andemos viajando!


*Practico en Yoga Mandiram, una escuela de Ashtanga ubicada en Huelen 78, en providencia, cerca del metro Salvador: www.yogamandiram.cl




3 comentarios:

  1. Que lindo lo que escribes! Yo estoy en mi tercera semana en Yoga Mandiram y estoy súper feliz y motivada, llena de ilusión <3 Gracias por compartir tu experiencia.

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    1. Me alegra mucho que te haya gustado Leonor!... Y espero que el Ashtanga también llegue para quedarse a tu vida! Si me ves por ahí en la escuela salúdame! jejjee.... Suerte!!

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  2. Inspiradora experiencia en el buceo del yoga ♡

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